La parada

Desde aquí veo el mar. Y al cielo no se olvidaron de pintarle las estrellas. Además aprendí a apagar y a encender el faro, dependiendo de si quiero o no que me encuentren los naufragos, como tú.

Desde aquí puedo soltar mis cometas de tiempo y, a veces, consigo que no se escapen, las ato fuerte a las muñecas y no se queda ese vacío de saber que no van a volver.

Desde aquí sigo dibujando mapas en los que mi orilla es la única que hay, girando y llenando de arena tus zapatos.

Pero me nacen raíces.

Alguien olvidó pintar mi parada en tu línea

y ese autobús no volverá a pasar...