Rota
Ella, silenciosa, contemplaba la luz. Una luz rota que invitaba a seguir aquella grieta con los dedos.
Dentro, un vacío inmenso sin puentes entre sueño y realidad.
Se animó a asomarse y la grieta se hizo grande, rugosa y oscura. Crecía sin contemplaciones, y ella, atada de pies y voz, se dejó caer.
Ya era demasiado tarde. Demasiado cerca tal vez, la grieta partió en dos lo que quedaba de latido en su memoria, lo que quedaba de razones para caminar.
¿Quién le cose el corazón?
Sigue esperando, contemplando la luz...rota.
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